De los siglos XII al XV, la parte de central de Perú, inspiradora para muchos conquistadores que perseguían leyendas y ‘dorados’, estuvo habitada por los huancas, un pueblo orgulloso y guerrero cuyos ecos culturales han llegado a los tiempos contemporáneos de la mano de la Huaconada, una suerte de festividad tradicional que forma parte de la Lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Tal vez una de las localidades más famosas por la celebración de la huaconada sea Mito, pero realmente toda la zona del Junín está implicada en la perpetuación de estos festejos ancentrales, cuya mascarada va pasando de padres a hijos, de generación en generación, como un preciado tesoro.
A principios de cada año, los hombres peruanos del lugar son los encargados de realizar el pago a la tierra y escenificar las danzas de los antiguos huancas, aquellos que ayudaron a los españoles a derrotar a los incas. Tal vez ese sea el dato imprescindible para comprender estos ritos, plagados de mestizaje entre la cultura andina y la española.
La huaconada preserva unos bailes con más de milenio y medio de antigüedad, que se han ido transmitiendo por tradición oral y que se ha ido enriqueciendo con el aporte continuo de nuevos elementos.