Los museos europeos arrasaron con buena parte de las reliquias de los pueblos africanos. Aún en pleno siglo XXI, buena parte de los objetos perteneciente a la época precolonial de las diferentes culturas del África negra, siguen repartidos por Europa y EE.UU.
Es el caso de un extenso testimonio de la cultura Ekoi, una tribu guerrera que se instaló en la zona del Cross River, en la parte este de Nigeria.
Los artesanos de los Ekoi esculpían cascos para la batalla, con rasgos antropomorfos y zoomorfos, con facciones muy agresivas y a veces con dos caras. La función era doble, por un lado la de proteger la cara del guerrero, con esas máscaras que cubrían toda la cabeza y, por otro lado, producir terror en el enemigo.
Para la elaboración de las máscaras Ekoi se tallaban los cascos en madera y luego se revestían con piel fresca de animal, generalmente antílopes. Luego añadían pelo y cuernos, que acababan representando a los antepasados de la tribu y que servían de nexo entre los vivos y el mundo espiritual.
Aún hoy puede verse algunas de estas máscaras en algunas danzas tradicionales nigerianas y en ritos para atraer la lluvia y proteger las cosechas.