África es distinta. Cualquier cosa que hagas, cualquier lugar hacia el que te dirijas y cualquier sitio en el que hagas una parada será como descubrir un universo entero de costumbres, olores, colores y sonidos diferentes. El continente negro posee la magia suficiente para hechizar al turista más reacio, para conquistar corazones y meterse en tu mochila.
Uno de esos lugares imprescindibles, exóticos y auténticos está en Malí, en su capital. Bamako pulsa su sensaciones y su vida bulliciosa y ancestral por las calles de sus dos mercados más grandes. Está claro que, para los más entendidos, el Mercado Rosa es un paso imperdible; sin embargo, en cualquier sitio en el que se levanten los tenderetes tendrás motivos suficientes para perderte.
Eso sí, ojito con hacer fotografías sin pedir permiso. Los malienses son muy celosos de su intimidad. Probablemente si les pides tomar una instantánea, accederán de buen gusto y lograrás captar las preciosas sonrisas de una bella población. También será normal que tras posar para la foto te pidan alguna contraprestación económica. No escatimes y dales algo. Para ti no será mucho y para ellos… bueno, les ayudarás en un país en el que es difícil salir adelante.
En los mercados de Bamako te van a sorprender muchas cosas. En primer lugar el polvo y la falta de infraestructura hace que todo parezca más sucio de lo normal. En época de lluvias, el barro hace casi impracticable el camino si no es con unas buenas botas. Da igual. Disfruta con las máscaras, las frutas exóticas y los instrumentos africanos. Aquí encontrarás de todo.