El teatro Nō es una de las artes escénicas más populares y antiguas del Japón. Popular en occidente gracias al cine, que nos ha ofrecido numerosas imágenes de este teatro musical japonés, la máscara ocupa un lugar privilegiado en la encarnación de los personajes en la escena.
Aunque los primeros textos impresos no llegan hasta el siglo XVII, momento en que el Nō vivió su época dorada, lo cierto es que podemos remontarnos hasta el siglo XIV para conocer hechos bien datados del Nō, aunque si tiramos de su basamento históricos, podríamos emparentarlo directamente con las danzas rituales y ancestrales japonesas y chinas.
Pero daremos como oficial el siglo XIV como inicio del Sarugaku no nō, como era conocido en sus orígenes, cuando sirvió de entretenimiento a emperadores y aristócratas, convirtiéndose en una manifestación artística más elitista que el Kabuki que aún en el siglo XXI, goza de un público fiel a sus representaciones.
La máscara y la formalidad, lentitud y pulcritud del movimiento son las características abanderadas de este arte dramático japonés, que fue la primera arte escénica que ocupó un lugar, desde 2001, en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.
El Nō utiliza la mascarada en los actores para representar generalmente a personajes femeninos, divinos, demonios o animales; en ocasiones también pueden encontrarse máscaras de ancianos y, muy esporádicamente, de jóvenes. A través del dominio del movimiento de los actores, una máscara estática puede transmitir distintas emociones tan solo con ligerísimas variaciones de la postura del artista.