En la Italia veneciana de la Edad Media, la máscara pierde su valor ceremonial para convertirse en un objeto práctico destinado a ocultar la faz de quienes la portan. ¿El objetivo? Pasar desapercibido, caminar obviando la ley, los formalismos y convencionalismos sociales, las estrictas moralinas de una aristocracia hipócrita, mezclarse con el vulgo e, incluso, ocultar la identidad en duelos y combates.

Sin embargo, poco podían presagiar los primeros portadores de un objeto que había formado parte de la vida cotidiana desde tiempos ancestrales, que con el andar de los años, la máscara acabaría siendo la protagonista de una de las celebraciones carnavalescas más famosas del mundo entero: El Carnaval Veneciano.

Los distintos personajes teatrales de la famosa Commedia dell’Arte italiana serían los favoritos del público en general, para salir a la calle y tomar los canales de la vieja Venecia. Poco tenía que ver ese uso con la máscara con que los médicos venecianos cubrían sus rostros durante la epidemia de peste, con el fin de evitar el contagio de la plaga del medievo.

El Carnaval de Venecia se nutre del trabajo de los artesanos que regentan los talleres especializados en elaborar estas piezas que en madera, yeso, escayola, plástico o tela, también se disputan los turistas como recuerdo de su paseo por la ciudad italiana de las góndolas.

Fotografías de Tracy, Jorge Royan, anja_johnson, iz4aks, Alaskan Dude.
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