Dos siglos y medio ha resistido la popular y famosísima fuente, uno de los mayores iconos de la ciudad de Roma. La Fontana de Trevi, aquella que sirvió para que la hermosa Anita Ekberg consiguiera subir la temperatura del mismísimo Marcelo Mastroianni y de paso a media generación de cinéfilos de la época, se limpia la cara gracias a una inversión pública.
2 millones de euros es lo que cuesta la limpieza de la mítica fuente romana. Ya han comenzado las obras de restauración y limpieza, para lo que han tenido que vaciar los receptáculos de la Fontana di Trevi y rodearla con paneles acristalados. Los turistas pueden gozar de una vista única, hasta 2015, fecha en la que está previsto que hayan terminado los trabajos de adecentamiento y la fuente vuelva a su estado original.
Por encima del grupo escultórico se ha instalado un sistema de puentes elevados que permite que los curiosos puedan contemplar las estatuas y, de camino, ver cómo trabajan en su limpieza.
Lo que está claro es que todo el que llega a la Ciudad Eterna quiere echar su moneda a la fuente de las fuentes, para así cumplir la tradición de regresar algún día a la maravillosa ciudad italiana. Para ello las autoridades han instalado una especie de bañera delante del grupo escultórico y los viajeros podrán echar su monedita, con la esperanza de que la tradición no haga distinción por culpa de las obras.