Islandia, el país del hielo y el fuego, es una divina combinación de los principios más elementales que conformaron el planeta sobre el que vivimos. Con una actividad bajo el subsuelo brutal y constante, el contrapunto volcánico corre a cargo de los tremendos y fascinantes glaciares que encontramos sobre la corteza de la isla islandesa.
El glaciar Vatnajökull es uno de los más visitados por turistas y curiosos. Por supuesto, la mayoría de estos viajes se realizan en épocas de verano, cuando las temperaturas son más amigables y es posible transitar las aguas, moverse entre trozos de hielo, icebergs, lagos y placas que se desprenden del frontal del glaciar.
Los más valientes se aventuran a subir y pasear por los helados “caminos” del glaciar. Para ello son necesarios unos buenos zapatos equipados con crampones, que permitan clavarnos, literalmente, al hielo duro y perpetuo.
El Vatnajökull está considerado como el glaciar más grande de Islandia. A ello contribuyen nada más y nada menos que unos ocho mil kilómetros cuadrados de superficie y hasta casi un kilómetro de espesor por algunas zonas.. Desde luego es un viaje alucinante que hemos de realizar con personal especializado, ya que la belleza del glaciar, con sus ríos y cuevas, también encierra innumerables peligros, como profundas grietas, que pueden poner en peligro la integridad del visitante.