Los tiempos modernos traen consigo costumbres modernas y eso es lo que creen miles, millones de personas que se han apuntado a la moda cool de decorar el cuerpo con tatuajes. Sin embargo, la decoración corporal es casi tan antigua como el mismo ser humano y en la mayoría de las ocasiones nació como una suerte de expresión sagrada.
Hoy nos quedamos con el Mehndi, una costumbre muy ligada a la belleza femenina, de notable importancia religiosa sobre todo en India y que, no obstante, nació ante la necesidad de refrescar el cuerpo de los rigores climáticos de países africanos y asiáticos. La planta de la que se extrae la henna, cuyo nombre científico latino es Lawsonia Inermis, posee entre sus muchas propiedades la de bajar la temperatura corporal.
En su origen se teñían manos y pies con tal finalidad. El tinte cubría todos los miembros, con su tono chillón anaranjado. Cansadas de ver siempre la misma tonalidad, las mujeres se dieron cuenta de que un gran punto en la palma de la mano producía el mismo efecto y era más estético. A ese punto se fueron añadiendo otros más pequeñitos y comenzó todo un mundo de exploración y creación artística.
Más tarde y en algunas culturas, con especial arraigambre en lugares del subcontinente indio, la aplicación acabó teniendo connotaciones sagradas, muy vinculadas al cuerpo de la mujer, como ornamento muy específico de ritos matrimoniales. Así en la India y Pakistán, la familia del novio es la encargada de aplicar el tinte vegetal al cuerpo de la novia.
En la actualidad, la facilidad para viajar de un lugar a otro y el turismo ha propiciado que las turistas queden fascinadas con esta pigmentación que apenas dura unos días y seducidas por la técnica y los dibujos, se dejan decorar manos, pies y otras partes del cuerpo por los artistas locales, que usan para ello sus palitos y agujas impregnadas en henna. Un souvenir muy original.