Río Omo

El río Omo circula por una tierra dura, una tierra de contrastres, una tierra hermosa y sin piedad que consigue ponernos a cada uno en nuestro lugar. Se trata de Etiopía, esa cuna de Hombre con mayúscula, de ancestros que explican quienes somos y de dónde venimos, por mucho en que algunos se empeñen en esa tontería hiriente, ignorante e insultante del dominio de la raza blanca.

El río Omo transcurre por dominios de antepasados de más de 3 millones de años de antigüedad y lo hace de manera tortuosa, ardua, enrevesada y compleja, como casi todas las maravillas que perviven en el continente negro. África nos depara casi al final de este río de casi 800 kilómetros de trazado, una vaguada mágica y cargada de historia. Es el Valle bajo del río Omo, declarado Patrimonio de la Humanidad desde el inicio de la década de los años 80 del pasado siglo.

Pastoreo

Los hallazgos que han emocionado a geólogos, arqueólogos y paleontólogos han resultado de vital importancia para explicar la evolución de la Humanidad, con restos homínidos cerca del Lago Turkana y pertenecientes a la clasificación de Homo gracilis. Pero quizá debamos saber también, en cura de humildad, que también allí se han hallado los cráneos más antiguos, hasta la fecha, de Homo Sapiens. Cabezas de nosotros mismos, que han permanecido en la tierra durante casi 200.000 años.

La cultura humana sigue presente en la zona, en manos de un grupo de tribus que prolongan la sabiduría de los antiguos moradores. Gente en esencia, la médula del hombre hecha persona, la continuación del ser humano y el origen de todos nosotros.

Fotografías de CharlesFred, Marc Veraart, Rita Willaert.
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