Es una de las civilizaciones nómadas más importantes de Etiopía. El pueblo Mursi basa su existencia en el pastoreo y cuenta con unos 9.000 nativos que viven primordialmente de la leche de vaca y de la recolección. Lamentablemente, en los últimos tiempos han aparecido en ciertos medios de comunicación debido al expolio al que están siendo sometidos.
Los Mursi, nómadas del Valle del Omo, se encuentran en peligro y forman una de esas tribus que ven amenazada su existencia. Las autoridades gubernamentales del país les obligan a abandonar sus tierras, donde han vivido durante miles de años, sin ofrecer siquiera compesación alguna.
Desde pequeños muchos aventureros nos hemos sentido atraídos por la imagen sobre todo de sus mujeres, adornadas con esos inmensos platillos de barro, que introducen en sus labios a modo de gigantescos dilatadores. Las mujeres Musi apuestan así por su belleza y basan su patrón estético en el tamaño de esos objetos labiales.
Desde muy jóvenes entrenan sus bocas para que vayan acostumbrándose a las incomodidades de la dilatación y comienzan por una pequeña incisión en el labio inferior, donde introducen al principio un pequeño disco de arcilla. Con el tiempo, ese plato se va haciendo más y más grande y las Mursi deben incluso extirpar sus dientes incisivos inferiores, para facilitar la colocación del objeto a la entrada de su boca.
Las damas etíopes cuya dilatación es más pronunciada consiguen bodas más cotizadas y dotes mucho mayores, al amparo de una perfección estética instalada en su cultura desde tiempo inmemorial.
En la actualidad, las tribus Mursi se han organizado para intentar salvar su etnia y se dedican al turismo para intentar mostrar al mundo la riqueza de su modo de vida.