Todo es grande, muy grande en Nueva York y más cuando el viajero decide pasearse por la plaza más famosa de la ciudad de los rascacielos. Nos vamos a Times Square, en el corazón financiero de Manhattan, donde lo divino y lo humano caminan haciendo equilibrios imposibles entre la fascinación y el capitalismo más salvaje. Esto es la ‘Ciudad que nunca duerme’.
De camino por Times Square pareciera que estuviésemos en el ombligo mismo del mundo, aquí todo mira para sí mismo y hay mucho donde mirar. Estamos en una de las zonas míticas de Nueva York, perpetuamente cruzada por bandadas de taxis amarillos, jalonada por los más inmensos anuncios electrónicos y hasta con gradas en las que sentarse para contemplar la plaza como si se tratara de un partido de baseball.
No se podía estar mejor ubicado, en la esquina entre Broadway y la 7th Avenue. ¿Quién quisiera estar en otro sitio? Sin embargo, hasta los más cálidos neones despiden un tufillo a postizo, irreal, fabuloso, en una plaza que incluso perdió su antiguo nombre para quedarse con el del periódico que se instaló en su cuadra.
Teatros, bancos, comercios, gente, gente, gente… ¿de dónde salió tanta gente? De todas partes del mundo, en el país de las libertades, donde aún se intenta explotar el falso ‘sueño americano’ tras alambradas y fronteras, con cárceles en territorios de países embargados, donde se señalan terroristas porque hablan otro idioma… ¡Pero disfruten de la plaza, pasen y vean, que estamos en Times Square a lo grande!
