Es el único monumento humano que puede ser contemplado desde el espacio. Allá afuera, a miles y miles de kilómetros, cuando la Tierra se hace pequeña, esa fila de ladrillos aún puede ser observada. Descomunales eran los casi 9.000 kilómetros de longitud que se le habían calculado hasta este año.
Ahora, a partir de que se hicieran públicos los informes de la primera medición oficialmente científica, emprendida por la Autoridad Cultural China, la cifra anterior se queda en apenas un esbozo. La Gran Muralla China mide más de 21.000 kilómetros, atraviesa 15 provincias y regiones, sube montañas, cruza ríos, atraviesa valles… y resiste el paso del tiempo, fenómenos naturales, seísmos, inundaciones…
Sin embargo, en algunos tramos apenas si quedan tan solo los cimientos de este gigante asiático de la ingeniería cuya construcción se llevó la vida de tanta mano de obra.
La Gran Muralla China, una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno comenzó a ser levantada en el siglo V a. de C. y continuó extendiéndose a lo largo de distintas dinastías chinas, con la intención de que el imperio permaneciera protegido de ataques enemigos. En algún momento, los trabajadores llegaron a estar tan lejos de ningún lugar que, conforme moría, iban siendo enterrados bajo la misma muralla.
Se calcula, según la leyenda, que unos diez millones de personas reposan bajo la Gran Muralla y en sus inmediaciones, después de morir mientras participaban en su edificación.
Como no podía ser de otra manera, este inmenso muro milenario, es Patrimonio de la Humanidad desde 1987.