Han terminado los JJ.OO. de Londres, pero el Reino Unido continúa con su bagaje cultural y otros tipos de competiciones. Es el caso de una serie de torneos que se celebran cada año en Escocia. Los Highlands Games nos traen a los atletas más tradicionales, donde la fuerza se mide con el lanzamiento de troncos, los equipos miden su capacidad tirando del extremo de una cuerda y los gaiteros amenizan las comilonas con cerveza en las barracas campestres.
Cada año, de mayo a septiembre, los juegos de las Highlands se van disputando a través de un largo recorrido que atraviesa todas las Tierras Altas. Un regreso a la tradición pura de los escoceses, al kilt que simboliza e identifica a cada clan, a las raíces célticas de una cultura sin parangón. Desde luego, asistir a alguna de estas competiciones es participar en una de las costumbres más auténticas de la Escocia de siempre.
Son muchas las actividades que se recogen en el calendario de juegos, si bien destaca como excepcional The Braemar Gathering, los juegos que se celebran en Braemar, por ser a los que asiste anualmente la Royal Family, con la reina Isabel II a la cabeza y su hijo, el Príncipe de Gales.
Hoy los Highlands se viven como un espectáculo más, sobre todo por los miles de extranjeros que asisten curiosos a estas manifestaciones tan auténticas y singulares. Sin embargo, escarbando un poco en la memoria histórica, podremos descubrir que estos juegos escoceses se originaron como una demostración de fuerza de los guerreros de los antiguos clanes de Escocia.
Poco a poco los jefes de los clanes fueron engrandeciendo su séquito con bailarinas y músicos, que jaleaban a sus hombres y ofrecían la imagen de un clan poderoso al resto de las familias.