Vértebras de un especimen de cetáceo

¡Cuarenta millones de años hablan en el desierto de Wadi Hitan! Confieso que hace mucho que no he vuelto a Egipto, pero si las pirámides me dejaron muda, con aquellos cinco mil años a los que hizo referencia Napoleón, la visión de las ballenas del desierto egipcio me quitaron la respiración.  Creo que fue ese el momento en que comprendí a Stendhal y su famoso síndrome, aunque yo lo sufría por la belleza de una especie de obra de arte de la Naturaleza, más bien un prodigio.

Respiración agitada, pulso acelerado, iba a decir transpiración extrema pero es que estaba en el desierto… en fin, que aquella visión superaba cualquier cosa que hubiese contemplado con anterioridad y, sin duda, muchas de las que he visto con el paso de los años y mira que he de reconocer que soy una mujer con muchísima predisposición a ser sorprendida.

Son los enormes e indiscutibles vestigios del antiguo mar de Tetis. Nada más y nada menos que uno de los puntos de inflexión de ese “milagro” llamado evolución de las especies: ¡Ballenas de 15 metros de longitud sobre la arena del árido desierto!

Un perfil impresionante

El lugar se encuentra al suroeste del Cairo, a unos 200 kilómetros, por la zona de El Fayún. Desde hace unos años el lugar es Patrimonio de la Humanidad, pero por aquel entonces algunos egipcios se afanaban por proteger una zona que parecía no recibir la suficiente atención internacional.

Yo tuve la suerte de que me llevaran en un destartalado avión bimotor, más propicio para hacerte llegar al mundo de los muertos, pero al que le debo la impresionante visión aérea de aquellos huesos de cetáceo, polvorientos y perfectamente conservados sobre una arena ardiente y rojiza.

Costaba asumir que aquello un día fue un lecho marino sobre el que aquel inmenso animal murió, se hundió, fue parte de la cadena alimenticia, sus restos acabaron cubiertos por el fango, el mar terminó por secarse y finalmente fue descubierto por el hombre del siglo XX.

Sólo en Egipto me podía ocurrir esa experiencia.

Fotografías de Tom Horton, tamra hays.
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