Nos hacemo un viaje hacia la vieja Sicilia, para visitar uno de los más grandes monumentos del arte normando, el Duomo di Monreale. Una maravilla de la fusión artística entre los elementos mozárabes que imperaban en la arquitectura siciliana y la aportación que trajeron los normandos y que fueron cristalizando tras la conquista.

Nos retrotaemos hasta el siglo XII, cuando en 1172, por mandato de Guillermo II de Sicilia se inicia la construcción de la famosa catedral. Junto a ella, un inmenso monasterio Benedictino que casi ha vivido a su sombre desde la edificación del monasterio.

Il Duomo di Monreale, dedicado a Santa María Nuova es uno de los edificios normandos más notables del mundo y, a pesar de la belleza de algunas zonas, entre las que destaca un claustro apoyado sobre más de dos centenares de columnas magistralmente decoradas, el punto fuerte de la Catedral de Monreale se encuentra en las obras de arte con que fueron adornadas sus paredes.

Hablamos de una buena tanda de mosaicos de estilo bizantino, sobre fondo de oro, en los que se retratan con profusión escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Para ello llegaron, procedentes de Venecia, importantes artistas italianos que se habían formado en las escuelas bizantinas.

Desde luego, el exquisito trabajo que aquellos especialistas realizaron en el interior del Duomo de Monreale, no solo ha resistido el paso del tiempo sino que siguen maravillando a generaciones de viajeros.

Fotografías de Bruno Girin, Tango7174, Bjs.
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