De entre todas las comidas tabú, tal vez el consumo de carne de perro sea el más repudiado por los occidentales. La relación que mantenemos con estos animales, nuestras mascotas por excelencia, nos hacen rechazar de plano la posibilidad de considerarlos comida.

Sin embargo, en ciertos países asiáticos el perro es uno de los alimentos básicos de la dieta diaria y en estos lugares, el amor y el cuidado que nosotros prodigamos a su “comida” provoca sorpresa e incluso cierta jocosidad.

Aunque no compartamos su filosofía alimenticia, lo cierto es que tampoco debería extrañarnos que, en algunos lugares, a los perros se les de el mismo trato que nosotros reservamos a vacas, cerdos, pollos, conejos y un sinfín de animalitos cuya desaparición significaría un desastre para la dieta de la mayoría de los países “civilizados”.

Quizá uno de los principales países en introducir el can en su alimentación fue China. Aunque esta nación fue de las primeras en domesticarlos para que nos sirvieran de animales de compañía, lo cierto es que en periodo de hambruna, los chinos echaron mano de sus mascotas, ya en época de Confucio.

En la actualidad las delicias de esta carne está reservada a los más adinerados, puesto que su precio es notablemente más alto que la de otras carnes.

Corea sea tal vez el país en el que se ha documentado un consumo de carne de perro con más antigüedad, ya que existen yacimientos arqueológicos que lo evidencian en el neolítico. No obstante, en la actualidad el país vive serios enfrentamientos entre los defensores de estos animales y quienes lo consumen, en su mayoría por creencias ancestrales.

Se sabe también del consumo de carne de cánido en algunos lugares de Filipinas, como comida festiva en Indonesia y en algunas tribus africanas y, asombrosamente, en algunos puntos de los valles suizos del Rhine.

Fotografías de stewils, letsgoeverywhere, Rivard, jrkester, Miran Rijavec y kattebelletje.
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