Helado y hermoso, de una belleza extrema y peligrosa, el sexto continente atrae cada vez más a aquellos turistas que pueden pagar los precios que solicitan algunas agencias de cruceros para explorar uno de los últimos rincones vírgenes del planeta.

Maravilloso hasta rozar la divinidad, el viajero no sabe cuánto tiempo podrá aguantar este lugar del mundo que, hasta ahora, había estado más resguardado de la barbarie humana y de los excesos del turismo. Además, los inquietantes cambios que se están produciendo en la climatología de la Tierra, amenazan con arruinar rápidamente la morfología de una de las zonas más fascinantes para exploradores de todos los tiempos.

Antártica o la Antártida, como quieras llamarla, se presta a quimeras y aventuras de verdad. De esas en las que el aventurero se enfrenta solo con la naturaleza más audaz y despiadada, también la más bella y enigmática. Sin embargo, el concepto de turismo y los avances tecnológicos parecen no querer dejar ni un solo punto del mundo sin turismo.

También es comprensible el hechizo que un lugar como la Antártida ejerce en el turista más curioso. Es mi caso, con el corazón dividido entre la necesidad de preservar algunos lugares intactos y el deseo de tomar uno de esos cargueros que me lleven hasta la cuna del hielo azul, mi ansia por conocer casi ganan la partida. Las imágenes que nos llegan aún ahondan en esta lucha encontrada de deseos.

Fotografías de Ryan Hollyday, Hamish Laird www.expeditionsail.com, Ryan Holliday http://mountaininterval.org, Hannes Grobe, Alfred Wegener Institute, Joe Mastroianni, National Science Foundation.
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