En la isla de La Gomera, en el archipiélago canario, se conserva uno de los idiomas más particulares que existen en todo el mundo. Nacido de la necesidad de comunicación cubriendo grandes distancias, a través de una orografía especialmente difícil para el hombre, nos encontramos con el silbo gomero, un lenguaje único y reconocido por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Pervive como expresión cultural autóctona de los habitantes de la zona desde tiempo anterior a la ocupación prehispánica, ya que fueron los aborígenes canarios quienes crearon este lenguaje, basado en el silbido, como método que facilitara la supervivencia en un medio hostil.

La complejidad técnica del sistema de comunicación, adornado por su insólita capacidad estética, ha sido preservado hasta el siglo XXI gracias a la persistencia de un reducido grupo de gomeros que decidieron defender la autenticidad de su lenguaje frente a los tiempos “modernos”.

Se ha implantado en los colegios

La tenacidad de estas personas ha recibido su compensación ya que, además de conseguir el respaldo de la Unión Europea al ser reconocido como lenguaje por la institución, el silbo gomero es enseñado en las escuelas canarias a los estudiantes de Primaria y Secundaria.

Y es que esta forma de comunicación no se trata simplemente de un código de señales con significados preestablecidos. Nos estamos refiriendo a un lenguaje complejo, articulado y que reproduce mediante silbidos un abanico infinito de mensajes propios de una lengua hablada.

Los habitantes de La Gomera idearon este idioma con un afán predominantemente colectivo y social, ya que servía para un uso público y no meramente privado. En él se distinguen distintos sonidos que “imitan” vocales y consonantes para poder reproducir un lenguaje completo y usando toda la cavidad bucal para las diferentes entonaciones.

Entre los habitantes de la isla resultaba fácil reconocer incluso de qué “familia”, grupo o etnia era el emisor del mensaje, debido a particularidades idiomáticas propias de ciertas zonas específicas; lo que podríamos denominar diferentes “acentos”.

Fotografías de Gobierno Canario para UNESCO