Puesta de sol

Sobrevivir a un genio y seguir manteniendo tu propia identidad es algo que precisa de muchísimos méritos y eso es lo que le ha ocurrido a Cadaqués, irremediablemente asociada al talento de Salvador Dalí, pero igualmente celosa de su idiosincrasia y particularidad. Tal vez sea eso lo que hace que, al margen de la intensa actividad turística que se centra en este pueblo de Girona, su encanto permanezca afianzado en su propia esencia.

Esta antigua y hermosa villa de pescadores supo captar la atención de los artistas más renombrados, sobre todo a partir de que durante las dos primeras décadas del siglo XX, personajes como Picasso, Rosignol o Derain eligieran la virginidad de su naturaleza y la tranquilidad de su cala, para pasar las vacaciones de verano.

Calle encalada

No obstante hemos de reconocer que fue precisamente Salvador Dalí quien, atrapado por la belleza y el encanto de esta villa de Cataluña, sirvió de anfitrión y embajador de la zona ante tantos y tantos compañeros que acudieron a gozar de su compañía y del entorno: Federico García Lorca, Luís Buñuel, Gala, Paul Eluard, Man Ray… con tales emisarios resultaba difícil no sucumbir al turismo.

Sin embargo, lo que había capturado y hechizado a tantos artistas, esas viejas calles encaladas, ese encanto de sus casitas blancas, cuadradas y cúbicas, deslizándose hacia esa cala que nos ofrecerá los mejores paisajes del entorno; todo eso permanece para el disfrute de los viajeros de hoy.

A todos sus méritos se une la extraordinaria gastronomía local que, durante años, se ha visto potenciada por la presencia de uno de los mejores restaurantes del mundo, El Bulli, de Ferrán Adriá.

Fotografías de mahatsorri, clurr, Pierre-Selim, Hugo Pardo Kuklinski, Craigyc.
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