Recolector de café

Termales en las que recibir tratamientos de lodoterapia, haciendas reconvertidas en hosterías, pueblos pintorescos, Parques Nacionales de imponentes nevados de trágico recuerdo, extensos campos de cafetales, gastronomía rica y generosa, gentes amables y acogedoras… Es una cara más de Colombia, quizá la que antes inició sus experiencias comerciales y que ahora, además, se abre como una flor a las venturas del turismo.

La ruta es imponente, extensa, rica, milenaria y exhaustiva. De todos modos quedan escondidos cientos de pueblitos menos conocidos y que aportan a la región su trabajo y su esfuerzo para que en occidente bebamos el mejor café del mundo.

Iglesia de Nuestra Señora del Carmen

La experiencia da para mucho, hasta para el turismo de aventura, el de spa y relax, el viajero gastronómico, la curiosidad antropo-sociológica, el conocimiento histórico, la belleza natural, los deportes de riesgo… y todos ellos reforzado por la magia que adquieren sus innumerables estampas, por lo que se hace imprescindible la colaboración de nuestra eterna compañera de viajes: la cámara fotográfica.

Pero mientras vemos, conocemos y comemos es bueno disponerse a disfrutar de los bellos paisajes del Valle del Cocora, con la palma de cera más alta del mundo y sus bosques de niebla; descender en tirolina sobre los cafetales del país o bajar en balsa por alguno de sus ríos; Quindíos, Caldás, Risaralda… departamentos de hermosos pueblos con intenso aroma a oro negro.

Extensas plantaciones de granos verdes y rojizos, manos expertas y sabias que recolectan con mimo la dádivas de la tierra colombiana y nos ofrecen al visitante una lección de legendaria cultura y sabiduría popular…

Colombia tiene muchas caras y esta es una que a mí me cautiva.

Fotografías de Triángulo del Café y Colombia Travel.
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