Al norte de la India merece la pena contemplar una de esas innumerables maravillas que atesora el subcontinente. En esta ocasión damos una vuelta por el Templo Dorado de Amritsar, conocido también como el Vaticano de los Sikhs. Por supuesto es uno de esos centros de reverencia religiosa para los seguidores de esta religión, un lugar de renovación espiritual, majestuoso y sorprendente.

El agua realza el resplandor del oro. El Golden Temple recibe los rayos del sol y muestra a los seguidores el camino. Es espectáculo resulta indescriptible, cargado de una belleza imponente y mayestática que nos deja mudos.

El trasiego de peregrinos no cesa. El de turistas tampoco. Sin embargo, la amabilidad y la hospitalidad de los sikhs queda patente ofreciendo, en el mismo templo, comida y alojamiento gratuito para el extranjero que llega a visitarlos. Es un resumen de la generosidad de un pueblo que no siempre ha sido bien tratado y comprendido.

El calor resulta el mayor enemigo de los ojos asombrados de quienes acudimos atraídos por el resplandeciente recinto. En el agua, al amanecer, algunos peregrinos hacen sus abluciones concentrados en limpiar sus cuerpos y sus almas. Las estampas no pueden ser más  impresionantes y cautivadoras.

El Golden Temple mantiene sus puertas abiertas hacia los cuatro puntos cardinales, para cualquiera que quiera entrar, sin hacer distinción de sexos, razas, religión…

Fotografías de ruffin_ready, Arian Zwegers, brianholsclaw, Alicia Nidjam, dineshobareja.
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